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Si a sabiendas de que era hijo único
me has hecho sentir con creces,
el más feo de todos mis hermanos,
comprende que sienta con tinta
y aporree en un oxidado teclado
para matar al último romántico
que cree que de un libro no pasamos.

Si para papel blanco tenía tu espalda
perdona que no imprima lo que escribo
pues un punto mal puesto en el recibo
me recordaría a los lunares de tus nalgas.

Si me has hecho creer un héroe
y ahora me asomo a aletear a las ventanas
y veo en el horizonte un tablón de vuelos
donde anuncias delayed y te escapas...

Si he dormido en las comisarías
porque me sonaban a comisura
de tus risas bien calculadas
no pienses que esto es … delirio.

Piensa en el que escribía con pluma,
en el que tuvo miedo a ser uno más
y en aquel que cuando dormía no soñaba.

Porque yo soy lo que has dejado
la colilla mugrienta y bien pisada
que una vez tuvo carmín rojo
y hoy de rojo, ya no tiene nada.

Y si a nadie le puedo confesar todo,
entiende que no hay nadie que merezca,
o al menos, no de este modo,
que esta víctima le confiese nada.