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Universo - Shuarma: El tiempo se puede parar

Perspectivas, contradicciones y contraindicaciones

Siete meses y medio después de dejar la capital del reino alaoui me he despertado otra vez en ella. La luz que entraba por la ventana traía enredada en sus partículas aromas de las especies de la medina y un ligero toque de incienso. Y de nuevo, como en aquel ¡ay, Marruecos...! la luz... Esa luz tan intensa, característica e insolente que embriaga las calles laberínticas de esta ciudad sin fin. Esa luz que o te ciega o te proporciona un brillo caprichoso en los ojos. Y de nuevo, como en aquel ¡ay, Marruecos! los ojos... Esos ojos brillantes tanto cuando están tristes como cuando están alegres, desde la aceituna hasta la caoba, desde el azul glaciar, hasta el carbón. Como anillo al dedo este texto enlaza con mis pensamientos al recordar tus ojos. Esos ojos que apenas he visto y martillean mis recuerdos ... Y de nuevo Marruecos, y de nuevo tus ojos, y de nuevo tu luz... Marruecos.

Eco: Eco es una palabra que me gusta demasiado. De un tiempo a esta parte he aprendido a utilizar el pasado solo como herramienta para construir el futuro. Y si por un lado podría ver el futuro como una fase construida y predeterminada, por otro lado me niego durante todo el presente a vivir más lejos de lo que ahora tengo. Es difícil mirar más acá sin mirar más allá: Los bancos con sus planes de pensiones y nuestro querido modelo con su "hipótecate de por vida"... Pero también es difícil mirar más allá sin mirar más acá: Alguien me enseña cada día, aunque sea por teléfono, el repelús que le produce la palabra amor; quizá por denostada, quizá por raída o quizá por lo dolido que está de alguna bofetada mal plantada en su cara algún día -o eso dicen sus amigos-. Mientras tanto el tiempo pasa rápido y aunque la gente se empeñe en enseñarme, aprendo sólo lo que quiero. ¿Será que me estoy haciendo mayor? o ¿será que maduré?... o ¿las dos cosas?. ¿O será que quién nos enseña lo hace desde su prudencia personal y no desde su corazón? ¿O será que no tenemos corazón?. Habrá que hacer una síntesis, ya que como dice Silvio Rodríguez en la Fábula de los tres hermanos: ojo que no mira más acá, tampoco fue; ojo que no mira más allá, no ayuda el pie; y ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve.

Cupido: No quería pasar este capítulo sin hablar de Cupido. Un día me desperté temblando, soñando con alguien y en ese mismo momento tuve la certeza de que ese alguien no soñaba conmigo. Como un espíritu santo iluminador de mi religión particular, lo vi claramente: Cupido es un facha cabrón -y LGTBfobo- al que solo se puede hablar en francés, porque es el único idioma que entiende. Pero habla en francés como podía haberlo hecho en español. El francés y el español son los idiomas de las colonias y de la literatura universal, ortodoxa y singular que, junto con el inglés, confabulan para terminar con la diversidad lingüística de este planeta. Con más o menos base en el latín, estos tres idiomas nos regalaron a Cupido, lo que excluye a los no franco/hispano/anglo(y alguno más)-parlantes de la capacidad de amar asaetados. Pero mírenlo por el lado bueno: en el Magreb no tenían Cupido y si dos chicos se besaban en la calle (no hablaré de las chicas) estarían automáticamente en la cárcel (o muertos, en el peor de los casos). Son precisamente las influencias "cupidistas" de la cultura, mal llamada occidental,las que atenúan este tipo de comportamientos bárbaros (y sí, me atrevo a juzgarlos como bárbaros). Es una lucha entre la religión y la razón, utilizando como armas la razón y la religión, respectivamente. Es una lucha en la que todos deberíamos aprender y enseñar lo buena y enriquecedora que es, en general, la diversidad.

El amor: Martirio dice: por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso... que el amor es simple y a las cosas simples se las lleva el viento. Yo digo que el amor es un contrato complejo y estudiado (o que debería serlo) y, a los contratos con buenas claúsulas, no se los lleva el viento o se rompen de mutuo acuerdo. No estoy hablando ni de matrimonio ni de formalizaciones notariales. Estoy dándole la razón a Martirio, añadiendo algún comentario. Citando ahora a Jorge Drexler: nada es más simple, no hay otra norma, nada se pierde y todo se transforma (que a su vez citaba a Lavoisier), nada es eterno y a la vez todo lo es. Y de aquí a Ismael Serrano: el amor es eterno mientras dura.

El sabor del chicle de fresa: Observad, por un momento, la cantidad de cosas que saben en esta vida a fresa. Ahora vete a tu nevera y cómete un yogur de fresa, de esos de toda la vida con un rosa fosforito que hace daño a los ojos. ¡Es mentira! Los helados de fresa, el yogur de fresa, el flash de fresa, los regalices rojos de fresa, las fresas de gominola, los caramelos de fresa NO saben a fresa. Saben a chicle de fresa. Y quién diga lo contrario, no ha probado una fresa en su vida. Exijo la dimisión del responsable de esta gran mentira universal. Antes de que alguien piense que me he vuelto loco os diré de dónde surgió esta reflexión, para que veais, que efectivamente, me he vuelto loco: Estaba un día sentado con Teresa en una cafetería cerca de Alonso Martínez. En la mesa de al lado estaba Mariela. Mariela probablemente no se llamaba así, porque nunca oí su nombre, pero la tengo que llamar de alguna forma para poder describirla. Tenía acento argentino y los brazos largos. ¡Que digo largos, larguísimos!. Llevaba gafas de pasta rojas -de estas que convierten a una en una alternativita moderna- y un jersey negro con rayas verdes que parecía perseguir su piel desde su cuello a las muñecas. Sin duda era una chica creativa y su jersey la delataba, prolongando no solo sus brazos, si no su talento... Llevaba una falda vaquera con un montón de parches tal cual maleta viajera y unas botas de piel vuelta. Pero lo más llamativo de tan colorida presencia fue su bebida: rosa, rosa como... el chicle de fresa. Teresa me dijo: Pequeño George, te estoy hablando y no me haces caso. Volví en mi mismo y seguí escuchando... pero apunté en mi móvil: el sabor del chicle de fresa...

Con perspectiva, lo que tenga que ser que sea y lo que no, por algo será. Contradiciéndome, haz lo que quieras hacer ahora, pero piensa en los demás y, contraindicándote, una relación entre dos personas se rige por ellas mismas y son éstas las que la definen.

Siete meses y medio después de dejar la capital del reino alaoui me he despertado otra vez en ella. La luz que entraba por la ventana traía enredada en sus partículas aromas de las especies de la medina y un ligero toque de incienso. Y de nuevo, como en aquel ¡ay, Marruecos...! la luz... Y de nuevo, como en aquel ¡ay, Marruecos! los ojos...Y de nuevo Marruecos, y de nuevo tus ojos, y de nuevo tu luz... Marruecos.

A Pepe por su irreverente aparición, a J. Cristobal por que me apetece y a Imanol por su increíble cariño.